miércoles, 18 de mayo de 2016

Cuentos Urbanos: Receta ecuatoriana para combatir la nostalgia


Fotografía: Sara Zambrano PhotoStudio

Querida amiga lectora,

Para llevar a cabo esta receta, necesita, primero, salir de su casa. No importa si está triste, tendrá que caminar hasta la tienda de ultramarinos más cercana. Aunque, bien, dependiendo de la parte del mundo en donde esté usted ubicada, el viaje puede resultar más, o menos largo. No vaya en coche, camine.

Si está en Europa, deberá dirigirse a una tienda de inmigrantes “latinos”, chinos, “indianos” o magrebíes. Ahí es donde empezará su receta, en donde los productos huelen propiamente a nostalgia.

Compre 2 plátanos machos o verdes , cabe reiterar que deberán estar “muy verdes”; aceite de soja, girasol o maíz, cualquiera de los antes mencionados va bien; 1 queso fresco, de preferencia de origen sudamericano (Entiéndase Sudamérica como el territorio que va desde Colombia y Venezuela hacia el Sur).

Regrese caminando, notará cómo ahora el retorno es más feliz y esperanzador.

Ya en casa, pele los verdes debajo del grifo, permita que el agua salpique en sus pensamientos y en el plátano, sólo así empieza a desprenderse la cáscara y uno que otro recuerdo.

Una vez retirada la piel, proceda a cortar los plátanos en rebanadas de 1 cm aproximadamente. Sienta como el perfume que se empieza a liberar va removiendo profundas memorias.

En una sartén, caliente ½ vaso de aceite hasta que humee. Coloque uno a uno los pedacitos de verde hasta que el color rosa desaparezca y adquiera un dorado que recuerda al sol del atardecer en un pueblito de pescadores.

El perfume del verde se va liberando. Abra la puerta de la cocina, permita que el olor penetre en cada rincón de su casa. Es un aroma que limpia, espanta los miedos, atrapa pesadillas e incluso entibia el ambiente en las tardes frías.

Una vez dorados, retírelos del fuego y con el bien llamado “culo” de un vaso, aplástelos como si los estuviera pisando. Llévelos al fuego nuevamente en un aceite muy caliente para que se doren nuevamente de lado y lado.

Notará que en este punto el olor se torna irresistible. Puede darles un mordisco, si lo desea, con cuidado de no quemarse; le aconsejo cerrar los ojos para sentir teletransportarse al lugar de sus deseos.

Sálelos y sírvalos calientitos, porque si se enfrían se vuelven duros y pierden su poder curador de nostalgias. Acompáñelos con pedacitos de queso y un café al estilo sudamericano, esto es: mezcladito con agua, no demasiado cargado, de esos que pueden tomarse en la noche y  no quitan el sueño.

Mi recomendación: La mejor forma de tomarlos es a la hora de la puesta de sol, sentada frente a alguna ventana y mirando al sur.

¡Buen Apetito!

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